Un estudio comprobó que los jóvenes entre 18 y 22 años son menos inteligentes que las generaciones pasadas. La baja del razonamiento abstracto, verbal y numérico se debe entre otros factores al uso cada vez más creciente de las pantallas móviles. Pero así mismo, han ganado otras competencias, como adaptarse, crear y gestionar. 
En Argentina, y según un informe de UNICEF, ahora los niños y las niñas reciben su primer celular antes de los 10 años. Colombia, Argentina y Chile están entre los 10 países del mundo donde los jóvenes están más conectados. A mayor uso de las pantallas, menos inteligencia, afirman los estudios que miden el coeficiente intelectual. Esto también se ve reflejado en el efecto Google: el cerebro recuerda menos y olvida más. La atención es más dispersa y hay menos concentración.  
Los datos obtenidos en distintos países y grupos de edad revelan una creciente dificultad para concentrarse y un declive en el razonamiento verbal y numérico.
¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA?
Puede parecer una pregunta sencilla con una respuesta simple (el Diccionario Oxford de Inglés la define como “la capacidad de comprender”), pero esta definición plantea una cuestión cada vez más relevante en el mundo moderno ¿Qué ocurre si nuestra capacidad para aplicarla en la práctica disminuye? Cada vez hay más pruebas de que algo así le ha estado sucediendo al intelecto humano durante la última década.
Nadie negaría que la biología fundamental del cerebro humano ha cambiado en ese lapso de tiempo tan breve. Sin embargo, en diversas pruebas, la capacidad promedio de razonamiento y resolución de problemas novedosos parece haber alcanzado su punto máximo a principios de la década de 2010 y ha estado disminuyendo desde entonces.

Cuando se publicó el último análisis de PISA, la prueba comparativa internacional de la OCDE para evaluar el rendimiento de las jóvenes de 15 años en lectura, matemáticas y ciencias, la atención se centró, como era de esperar, en el papel de la pandemia de Covid en la interrupción de la educación. Pero esto ocultó un deterioro más generalizado y a largo plazo.
A largo plazo, en el sentido de que las puntuaciones en las tres materias tendieron a alcanzar su punto máximo alrededor de 2012. En muchos casos, disminuyeron aún más entre 2012 y 2018 que durante los años afectados por la pandemia. Además, este descenso en las medidas de razonamiento y resolución de problemas no se limita a los adolescentes. Los adultos muestran un patrón similar, con descensos visibles en todos los grupos de edad en la actualización del año pasado de la principal evaluación de la OCDE sobre las tendencias en las competencias de los adultos.